Tu cuerpo es un constante movimiento
Los seres humanos somos naturalmente dinámicos. Nuestro corazón late, nuestra respiración fluye dentro y fuera de forma continua y todos nuestros sistemas están trabajando, aunque no seamos conscientes de ello. La práctica de Yoga nos invita a tener la atención plena en nuestras acciones, ya sea voluntaria o involuntariamente, de tal forma que llegamos a ser cada vez más conscientes de cómo nos movemos, cómo respiramos, y eventualmente cómo podríamos facilitar un estado de quietud meditativo. Yoga incluye y te ayuda a desarrollar todo ese dinamismo en el movimiento de manera consciente en las poses y entre cada una de ellas.
Para fluir con integridad cuando nos movemos necesitamos una estructura estable y en buena forma. Como un río que fluye de su fuente en la montaña hacia el mar. El lecho del río canaliza el flujo, mientras que el propio flujo altera la forma de lo que lo sostiene. Algunas veces la estructura está muy rígida y el flujo se contrae. A veces el flujo es tan poderoso que rompe barreras y crea un nuevo camino. Con el tiempo un cuidadoso y exquisito balance surge y el movimiento encuentra su expresión óptima.
Posturas como Natarajasana, o postura del bailarín, representan una bella expresión de balance entre estructura y movimiento. Esta postura nos ayuda a cultivar fuerza, resistencia, apertura y una forma elegante de movimiento, en medio de la energía poderosa requerida para sostener el equilibrio en una pierna al tiempo de un profundo y bello arco hacia atrás.
Cuando recordamos estar presentes en esta dualidad esencial de estructura y movimiento en Natarajasana es como una invitación a comunicarte claramente con el bailarín que existe en tu corazón. ¡Namasté!
Fuente: Yoga International