Me cambiaron por Vancouver
Como una más de las locuras de mamá, se le metió en la cabeza la grandiosa idea de irse a estudiar a otro país y dejarnos por un mes.
No le importó que yo me quedara solo y triste -ajá- al cuidado de un padre completamente “sobre protector”. Incluso, se atrevió a dejar encargados sus pendientes de oficina para emprender vuelo a Canadá.
Durante su estancia en otro país su control no ha cesado. Diario llama o escribe para saber cómo está todo por acá y para preguntar si yo estoy bien.
En Facebook todos los días sube fotos en las que se le ve muy divertida. Honestamente, no pareciera que estudia mucho. Por el contrario, me atrevería a decir que se fue de vacaciones, aunque ella diga que no.
El otro día la escuché hablar con mi papá y le decía que me extraña mucho. Tanto, que un GATO vecino fue a saludarla para que ella no estuviera tan triste. Pero yo creo que si me extrañara tanto, no estaría tan feliz de recibir otros gatos en su cuarto y en su cama si no estoy yo.
Como imaginarán, yo estoy que me tiro al drama todos los días porque papá no me lleva a trabajar y me quedo en casa solo. He tenido que invitar algunos pájaros para jugar conmigo. No quiero ver la televisión, no quiero salir a dar mis vueltas y mi cara es de depresión total (lo que puede constatarse en la foto de esta semana).
Apenas han pasado unos cuantos días pero yo ya creo que fuera toda una vida. A veces creo que cuando ella regrese, no se acordará de mí.
Y mientras llega ese momento, yo seguiré sumido en la tristeza, con el control de la tele en una pata, la otra rascándome la panza y añorando las caricias de mamá.
Nos leemos la próxima semana.
Garritas y mordisquitos para todos mis fans.