Los vinos de la Denominación de Origen Calificada Rioja son seguramente los que mayor presencia tienen en el paladar mexicano, por la afinidad natural de nuestro país con España, por los años que tienen sus vinos en el mercado nacional y por muchas cosas más.

En la el salón Arcos del restaurante Hacienda de los Morales en la Ciudad de México, se llevó a cabo hace unos días un encuentro de sabores, texturas, matices, aromas, de platillos de los estados de Hidalgo, Oaxaca, Puebla, Veracruz y Yucatán, con vinos de la Denominación de Origen Calificada Rioja.  El evento lo abrió el sommelier Marcos Flores presidente de la Asociación de Sommeliers Mexicanos ofreciendo una plática acerca de las características de la DOCa Rioja, destacando las cualidades de la afamada región española de vinos, reconocida oficialmente como Denominación de Origen en el año de 1925 y como Denominación de Origen Calificada en abril de 1991. Las variedades tintas autorizadas como la tempranillo, garnacha, viura, graciano, mazuelo y las blancas como la viura, malvasía, garnacha blanca, maturana blanca y turruntés por mencionar algunas, expresan el terroir único que generan la composición de climas y suelos de las tres subzonas “Rioja Alta”, “Rioja Baja” y “Rioja Alavesa”.  Invitó a los asistentes a no tomar el vino sólo con los grandes platillos, sino que éste forme parte de nuestro alimento cotidiano con los alimentos de la gastronomía nacional.

Cinco estados, cinco gastronomías

Platillos representativos de los estados de Hidalgo, Veracruz, Puebla, Oaxaca y Yucatán elaborados por el chef Rodrigo Flores fueron la inspiración para que la sommelier Claudia Ibarra hiciera la recomendación de dos etiquetas de vinos procedentes de la DOCa Rioja por cada uno de los platillos presentados.  Comentó acerca de la afinidad de ambos países en su alimentación haciendo del vino de la DOCa Rioja una opción natural a nuestra gastronomía, continuó diciendo que el maridaje no es una ciencia exacta y finalmente la decisión es de nuestro paladar.

El ejercicio de maridaje dejó un grato sabor de boca, causando sorpresas y reconocimiento a la labor del chef y la sommelier por la elección de los vinos procedentes de la DOCa Rioja, donde especialistas en la materia de vino y gastronomía externaron su opinión no siempre de acuerdo pero positiva en cada maridaje.

La experiencia del maridaje siempre es muy personal, mencionaré las más sobresalientes desde mi punto de vista.

Hidalgo

Un Sope de guacamole y escamoles al epazote con asiento, con un Monte Real blanco cosecha 2014, fermentado en barrica de Bodegas Riojanas, que ofrecía al paladar una sensación de untuosidad y frescura que invitaban al siguiente bocado.

También de este estado vecino a la Ciudad de México, un Mixiote de carnero envuelto en hojas de maguey, ofrecía una serie de aromas que ya desde la nariz se percibía una armonía con el aroma de un tinto crianza 2012 de Monte Real que por su complejidad, acidez y estructura, acompañó en boca de manera suave.

Oaxaca

Un Molote de plátano bañado con un poco de mole negro y queso blanco daban la sensación de no ser fácil hallar una armonía exitosa, pero la frutalidad de un Beronia Reserva 2010 la encontró, exaltando la dulzura frutal del plátano y el toque especiado del mole.

Otro platillo de Oaxaca, la Tlayuda de Chapulines con asiento, presentó un equilibrio de sensaciones con el vino Monasterio de Yuso, crianza 2010, de la Bodega David Moreno, vino complejo que encontró su armonía con un platillo igual de complejo, donde sus notas ahumadas y de tierra enriquecieron cada bocado.

Puebla

Un Chile en nogada relleno de picadillo y notas dulces bañado con su salsa característica, encontró su armonía en un rosado de las bodegas Izadi de nombre Larrosa 2014, las temperaturas también juegan un papel en el maridaje y el encuentro en el paladar fue refrescante y aromático con un toque frutal que persistía en el paladar sutilmente.

Otro clásico de Puebla no podía faltar, el Mole con pollo, un Izadi crianza 2012 de buena presencia en boca, con notas a madera y balsámicos, encontraba una fusión de elementos dulces y especiados con el mole dejando recuerdos festivos en nuestra memoria.

Yucatán

Una Cochinita Pibil con el especiado característico del achiote y Bodegas Roda, con su voluptuoso vino Sela cosecha 2012, establecieron una alianza donde la parte ganadora fue el paladar.  De la bodega Marqués de Riscal, su vino Arienzo crianza 2010, no se quedó atrás, dejando con su sedosidad y buena estructura tánica un buen recibimiento al especiado platillo.

Otro platillo igual de complejo y especiado fue el Pescado bruja a la Tikinxic, había dos opciones, una donde el vino era el protagonista, un Gran Reserva Paternina 2007 de gran personalidad que ocultaba un poco las virtudes del platillo y otra, un Marqués de Riscal Reserva 2011 con notas balsámicas y de frutos maduros, con la suficiente estructura y tanicidad para acompañar con sutileza el especiado plato, otorgando el primer paso al platillo.

Veracruz

Unos Camarones al coco con salsa de tamarindo esperaban el primer bocado, por otro lado, una copa de Campo Viejo semidulce cosecha 2014, elaborado con la variedad Viura, dejaba escapar notas muy agradables de fruta y flores blancas.  En boca el encuentro fue muy equilibrado, pues el dulzor de ambos componentes y la frescura del vino dejó un colorido recuerdo de aromas y sabores dulces por largo tiempo.Un Arroz a la Tumbada, también de la gastronomía veracruzana, tuvo una empatía en el gusto con un crianza 2012 de la Bodega Luis Cañas, dejó en el gusto reflejos de una armonía no fácil de encontrar en un arroz cremoso en boca, lleno de sabores y recuerdos del mar.

Por supuesto que cada paladar se llevó su mejor elección en este ejercicio, sin duda alguna la apuesta ganadora fue la de encontrar armonías entre nuestra gastronomía y las diversas propuestas que ofrecen los vinos de la DOCa Rioja.