De sardinas, espetos, chiringuitos y algo más…
En Málaga, España, al caer la noche, a la orilla del mar existen varios restaurantitos cuya especialidad son los pescados a las brasas y, sobre todo, las sardinas que ensartan en espadas y simplemente llevan sal gorda. ¡Una delicia! ¡Pescado fresco, del mismo día! Las brasas donde son asadas estas delicias del mar son de ramas de olivo y las colocan sobre una lancha con arena que tiene en la parte de abajo una especie de rodamiento o balero, que le da movimiento a la lancha y que el espetero, la persona que cocina a las brasas los pescados en una especie de espada llamada espeto, -hechas tradicionalmente de caña, aunque hoy en día las utilizan de acero-, mueve a capricho del viento para lograr el asado perfecto, y ¡vaya que lo logra!
VARIEDAD DE PESCADOS A LAS BRASAS
Pescado urta, cuya carne es igual que la del mero y tiene ese intenso sabor a mar de los pescados de roca, lubina, otro delicioso pescado de carne blanca, que nosotros conocemos como robalo, sardinas, que son la especialidad de los espetos, incluso los calamares.
Al preguntarle a Antonio Avila, qué quería decir la palabra espeto, responde muy serio: “Joer, habría que preguntárselo a los visigodos” jajaja.
Así transcurrió la noche, entre preguntas y mucha expectativa sobre el resultado final, ya que este platillo como casi todo lo que vale la pena se cocina a “fuego lento”.
La espera no se hizo larga, gracias a Cruzcampo, refrescante cerveza local y a unas ricas aceitunas.
Al fin llegó el momento de degustar estos pescados y debo decir que valió la pena la espera porque en verdad el sabor del pescado y las sardinas fue espectacular.
La carne suave y tierna en el centro y la piel súper crujiente y con un sabor ahumado, que le da el olivo, algo totalmente diferente y delicioso.
En el caso de las sardinas fue un deleite también, con marcado sabor a mar fuerte y acentuado.
Acompañamos estos pescados con papas panadera que estaban” la mar de buenas”.
Y por si no fuera suficiente nos regalaron unos orujos, que quienes me conocen saben lo mucho que me gusta este aguardiente de uva con hierbas y un “cafelito”, como dicen los andaluces.
Lo curioso de esta experiencia es que estuvo a punto de no suceder, de camino hacia el centro ví este lugar a la orilla de la costa y ví también salir el humo.
Decidí regresar…
Lo demás ya es historia…