El atole, excelente generador de recuerdos

El atole, excelente generador de recuerdos

El dulce aroma de un atole siempre traspasará nuestros sentidos, porque al momento de llegar a nuestro cerebro se despertarán los recuerdos. Yo, en particular, tengo muchos lindos recuerdos que, al cobijo de un buen atole, salen de su escondite y se hacen presentes. Son recuerdos con familia, con amigos y también en solitario, pero siempre buenos momentos.

Creo que el sabor de los atoles Tres Estrellas es único, principalmente si se trata de un atole como el que me preparaba mamá cuando me enfermaba, un atole con harina de arroz y canela. Aun tengo ese aroma presente, como si fuera ayer, y esa costumbre la heredé yo como mamá, pues mis hijos también saben de un buen trago de atole caliente.

Un recuerdo muy divertido me llega  la mente con una buena “guajolota” y un atole de fresa, me remonta a aquella vez que vino por primera vez U2 a México. A mí no  me tocó entrar al concierto, pero si me tocó hacer la guardia como periodista afuera del Estadio Azteca, donde se presentó la banda irlandesa; y ahí, bajo el cielo del sur de la ciudad, una amiga (también reportera que tenía la misma encomienda que yo, pero para otro medio) y yo, nos compramos nuestra cena, y sentadas afuera del coloso de Santa Ursula, con la voz de Bono –que se escuchaba a lo lejos- como fondo, disfrutamos de ese tremendo maridaje.

El atole es una herencia de las culturas prehispánicas. El origen de la palabra proviene del náhuatl: atolli “aguado”, de atl agua y tol, diminutivo.

Esta bebida era consumida desde antes de la conquista, y  se elaboraba con harina de maíz y agua y la cocción se dejaba al fuego hasta lograr cierta espesura. Con el tiempo se le fueron añadiendo otros ingredientes que le dieron otros sabores, como hojas de diversas plantas, especias y frutas, hasta convertirse en los atoles que conocemos hoy.

Una de las grandes virtudes de los atoles Tres Estrellas es que sólo  hay que verter el sobre en agua o leche, dejar en cocción lenta por algunos minutos y listo. A disfrutar de un atole caliente y vivir el momento.

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Araceli Calva

Buscadora de historias, ansiosa de descubrir nuevas experiencias cada día. No creo en las buenas intenciones. Creo que el periodismo se forja en la calle, pero el bagaje cultural no cae del cielo y hay que esforzarse por saber un poco de todo. No tengo la suficiente experiencia ni los conocimientos par ser una periodista gastronómica, pero la vida me ha llevado a ser una "foodie" en toda la extensión de la palabra.

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