Los secretos de la sopa de mamá
Contrario a Mafalda, que odia la sopa, la mayoría de los mexicanos la amamos, porque no sólo la tenemos arraigada en nuestro paladar, sino que es parte de nuestros recuerdos, de nuestra historia.
Para nosotros, la sopa está presente desde nuestros primeros meses de vida, literalmente mamamos la sopa, he ahí el punto de porqué este platillo es algo más que un alimento para nuestro cuerpo, es un alimento para nuestra alma, un alimento que nutre nuestros recuerdos de infancia.
En lo personal, uno de mis primeros recuerdos es cuando llegaba de la escuela y el aroma de la sopa recién cocinada estaba por todas partes de la casa, ese aroma dulce y a la vez seductor que te invita a la mesa se podía percibir desde que atravesaba la puerta, sabía entonces que un gran festín me esperaba como bienvenida.
Tengo fija una imagen, un aroma y un sonido: mamá frente a la estufa cocinando su esperada sopa por mis hermanos y yo (seis en total), en la radio un tema de Demis Roussus (Never never), y el aroma del jitomate remojando los pequeños trocitos de pasta, ese cuadro lo relaciono con la felicidad, para mí ese fue y seguirá siendo el momento perfecto para describir la felicidad.
Otro recuerdo ligado a la sopa es cuando tenía que estar en cama por alguna gripe o alguna infección, ahí estaba mamá parada junto a mí, con un plato de sopa entre las manos, sabía que no había mejor medicina que eso.
¿Mis favoritas? Los fideos y el espagueti, eso sí, no recuerdo otras pastas que no sean de La Moderna, creo que su empaque siempre fue negro con amarillo, pero el sabor que la complementaba era el sazón de mamá y que para mí es un capítulo aparte, porque aunque he comido en los mejores restaurantes, sin afán de presumir, creo que jamás habrá un mejor platillo que una sopa hecha por mi madre.
Ahora en casa, yo trato de preparar para mis hijos la mejor sopa y, no es por presumir, pero creo que heredé ese sazón de mi madre, tan suyo, tan mío, tan de familia.
¿La favorita de mis hijos? Fideos y espagueti, el primero con caldillo de jitomate, la segunda, a las finas hierbas. Cuando llego a tener visitas en casa, de entrada me preguntan: ¿prepararás espagueti? Y cómo negarme al placer de plantarme en la cocina para elaborar una sencilla pasta salpicada de eneldo, pimienta y aceite de oliva.